En cuanto a las propiedades del material, una pieza de aluminio tiende a ser más ligera para una resistencia equivalente y debería ser más fácil de enfriar.
Muchas de las desventajas del aluminio se deben a cuestiones de fabricación. Las piezas fundidas de aluminio son potencialmente propensas a los defectos y, aunque el aluminio es blando, no es tan fácil de mecanizar como el hierro fundido, sobre todo con las tolerancias necesarias para un motor. Asimismo, su blandura significa que las superficies de apoyo deben formarse con insertos (las camisas de los cilindros ya se han mencionado en otra respuesta) en lugar de mecanizarse a partir de la fundición. Por la misma razón, las superficies de contacto, como las culatas y las conexiones del colector, son más propensas a sufrir daños durante el montaje y el mantenimiento, y lo mismo ocurre con las roscas, que son propensas a desprenderse y agarrarse.
En comparación, el hierro fundido tiene la particularidad de que se pueden crear superficies endurecidas en una fundición colocando placas de enfriamiento en el molde para crear superficies de apoyo resistentes al desgaste. El hierro fundido también tiene una excelente estabilidad dimensional y buenas propiedades de absorción de vibraciones.
Aunque pensamos que el aluminio es “no oxidable”, la corrosión puede ser un gran problema en los bloques de aluminio. Uno de los motivos es que el contacto entre el aluminio y el acero puede provocar corrosión galvánica, lo que supone un problema especial cuando hay elementos como las camisas de los cilindros y los espárragos, que deben ser de acero.